Los biberones complementarios no reemplazan a la leche de la mamá. Aun las mejores leches de fórmula no dan los anticuerpos que el bebé precisa para batallar las infecciones en el medioambiente, y no se asimilan tan de manera fácil como la leche de la mamá. El bebé tampoco se favorece de los nutrientes del mismo modo, es con la capacidad de absorber el 70% del hierro de la leche de la mamá, pero solo el 30% de ese está en la leche de vaca y el diez% del que está en la leche de fórmula.
Además de esto, los biberones suplementarios dismuyen los resultados positivos de la leche de la mamá para el avance del cerebro. Un trabajo de investigación hecho en la Facultad de Brown halló que los bebés que han recibido biberón suplementario enseñaron un desarrollo mucho más retardado de la materia blanca mielinizada en áreas del cerebro socias con el lenguaje, las capacidades cognitivas y la función sensible, en comparación con los bebés que fueron alimentados de forma exclusiva con el pecho. .
Entender y entender la evolución habitual del peso en los pequeños es primordial para interpretar el peso de tu hijo.
Todo recién nacido alimentado de forma exclusiva con leche de la mamá pierde peso en el primero de los días de vida, es habitual. Los pediatras acostumbran a estar muy familiarizados con esto. La pérdida excesiva de peso puede perjudicar la aptitud de su bebé para amamantar y puede ocasionar adversidades. La deshidratación, el exceso de sodio y el exceso de bilirrubina en la sangre tienen la posibilidad de estar socios con el perder peso.
¿Qué son las crisis de lactancia?
Las crisis de lactancia son periodos cortos de tiempo en los que el bebé cambia su patrón de accionar hacia el pecho, se regresa alterado, pelea contra el pecho y/o incrementa la demanda.
Esto puede suceder por múltiples fundamentos: cambios en el gusto de la leche, pico de desarrollo del niño, mayor necesidad de alimento, etcétera.
El mayor inconveniente de estas crisis de desarrollo es que frecuentemente, en el momento en que no entendemos que hay y de súbito el niño comienza a reclamar mucho más, a enojar al pecho y al llanto, asociamos esta conducta a la carencia. leche: «Me quedé sin leche», «No tengo bastante leche» o «mi leche no llena», con lo que de manera automática sacamos del biberón, lo que pone bajo riesgo la lactancia.
Ciertas crisis o caídas en el desarrollo conducen a un incremento de la demanda, pero otras no. En el momento en que charlamos de crisis, lo hacemos para referirnos a un periodo temporal, en el que la mayor parte de los bebés detallan mucho más o mucho más apetito de estar pegados al pecho.
Hay otros incrementos de demanda que no están relacionados con la crisis. Un bebé puede soliciar el pecho en el momento en que no se siente bien, está inquieto o siente que algo extraño le pasa en su día a día. Por mayor demanda comprendemos cualquier situación donde el niño muestre una mayor necesidad de mamar, lo que rompe la continuidad a la que nos encontramos familiarizados.
Señales para entender si mi bebé tiene apetito
Como ahora comentamos, esta es la base de todo. Si en tus visitas al médico te afirma que todo va sobre ruedas, que se lleva a cabo con normalidad, el resto de advertencias pasan a un background.
Eso sí, ten en cuenta que los percentiles son medias, esto es que hay hijos arriba y abajo. Lo más esencial es que tu hijo se expanda con regularidad, no al mismo ritmo que su primo u otros pequeños a tu alrededor.